Simpleza

Nos encontrábamos viendo cosas en una tienda enfrente del hotel, mis hermanas querían comprar algún recuerdo de San Luis Potosí mientras que yo veía distintas máscaras realizadas en barro buscando alguna que agregar a mi pequeña colección, fue entonces cuando escuché un “tuumb” de un tambor, primero pensé que se trataría de algo relacionado a la quema de Judas que se realizaría ese día en la Plaza de los Fundadores (lugar que se encontraba a menos de una cuadra de distancia) y no presté atención.

Minutos después volvía escuchar otra vez el tambor un poco más cerca, e instantes después de nuevo, voltee hacia el exterior de la tienda y fue cuando vi el origen del sonido. En el umbral de la puerta del restaurante del hotel que se encontraba enfrente se encontraba sentado un niño como de unos 4 años de edad con un pequeño tambor de Spiderman entre las piernas, el sonido emitido por el mismo a cada golpe le era suficiente para sonreír.

A veces extraño ser niño, extraño la sencillez de la vida, Sybelle me lo dice muy seguido, que soy una persona muy complicada, que me pongo muchas reglas y normas, y no sé, puede que tenga razón, pero antes yo no era así, antes, muchos años atrás dos cosas me eran suficientes para ser feliz: unos carritos y decirle “¿juegas conmigo?” a quien sea que llegara a la casa.