Cuando estaba morro en mi casa, al igual que en todas las casas, habÃa ciertas reglas que obedecer, algunas tenÃan sentido, algunas no, pero, asà es como funcionaban las cosas, principalmente habÃa 3 reglas muy especÃficas que impuso mi mamá y que se tenÃan que cumplir en todo momento:
- No se verÃan novelas.
- No se dirÃan malas palabras o groserÃas.
- No se jugarÃa con mocos de King Kong.
La primera venÃa por el hecho de que mi mamá se juró a ella misma que nunca serÃa una ama de casa que se la pasarÃa viendo novelas, la segunda era pues un tanto obvia, nada de groserÃas como en cualquier casa decente (¿?) y la tercera, pues era una regla que no sé porqué surgió.
Para todos aquellos que no sepan que son los mocos de King Kong hagan de cuenta que se trataba de algo un tanto similar al Silly Putty solo que era mucho más aguada y tenÃa la capacidad de pegarse a las cosas como un chicle bien masticado.
Volviendo a la historia, corrÃa el año 1992, yo tenÃa 9 años y obviamente como todo niño sentÃa la opresión de las reglas de la casa, sabÃa que el sistema se estaba imponiendo y tenÃa que hacer algo al respecto, durante varios dÃas durante esa época junté los pocos pesos que me daba mi papá para comprar papitas y Frutsis en el colegio y ahorré hasta que pude comprarle a una señora que vendÃa chunches afuera del colegio varios vhs de MarÃa Mercedes para verlos en secreto, después de eso volvà ahorrar otro tiempo más y me compré un botecito de mocos de King Kong.
En secreto me ponÃa a jugar con el moco a… no recuerdo la verdad que jugaba con eso, pero el chiste es que me entretenÃa con él, hasta que un dÃa mis papás y mis hermanas mayores salieron a por algo puesto que nos quedamos solamente mi hermana menor y yo en la casa, como solo estábamos los 2 era un buen momento para mostrarle a mi hermana que habÃa roto la tercera regla de la casa, fui a mi cuarto y saqué el pequeño huevito en el que se encontraba el moco de King Kong y se lo presté, estuvimos jugando con el moco durante unos instantes hasta que sucedió la catástrofe, en cuestión de minutos mi hermana tenÃa ya pegado el moco en su cabello haciendo una horrible masa de cabello y substancia verde fosforescente en una pequeña parte a la derecha del cráneo de mi hermana, un poco más arriba de la oreja .
Mi hermana lloraba y yo me estresaba, le ponÃamos agua y no funcionaba, lo intentamos cepillar para sacarlo y solo logramos arrancar algunos cabellos con la tensión, minutos (u horas, no sabÃamos) después escuchamos el portón de la casa abrirse, el pánico nos atacó e hicimos lo más correcto que hacer en una situación asÃ, no confesamos nuestro crimen, sino que enterramos la evidencia, bueno, en este caso cortamos la evidencia, pueden imaginarse cómo es que el pequeño Tonchi se dio cuenta que la peluquerÃa no era lo suyo.
Terminando de eliminar la evidencia corrimos a seguir jugando con lo que normalmente estarÃamos jugando hasta que simplemente nos dimos cuenta gracias al grito de mi mamá que lo que instantes atrás era un pequeño corte de cabello habÃa sido todo menos un pequeño corte de cabello, a tal situación solo pude responder con la verdad aun antes del interrogatorio:
¡Yo no fuà mamá!