– Adiós…
TenÃa 13 años cuando la entendÃ, casi todos los dÃas la escuchaba, mi madre dejándome en la escuela, mi padre saliendo a trabajar, mi hermano saliendo a la universidad, nunca le habÃa puesto importancia.
Era verano, vacaciones, no mas escuela por un par de meses, viaje al bosque, cada año hacÃamos lo mismo, aun me emocionaba en esos tiempos, recuerdo las cabañas perfectamente.
Tres dÃas habÃan pasado, más familias iban llegando, algunas otras se iban también, recuerdo como llegaste, una gran camioneta roja, una Suburban que hacÃa más ruido del necesario, bajaron 6 personas, tu, tus hermanas, tu hermano y tus padres.
HacÃa mucho frio, una alta fogata era el punto de reunión de todos, mi madre siempre me decÃa que fuera con los demás niños, nunca le hice caso, tú fuiste quien se acercó.
Jugo de manzana me ofreciste, yo te ofrecà pan, comimos en silencio, no entendÃa nada, me dijiste que tenÃas 13 años, yo también tenÃa esa edad, jugamos Monopoly, nos fuimos a dormir tarde, nos despedimos por primera vez.
Tocaste la puerta, eran las 10 de la mañana, – se encuentra Tim -, te escuché decir desde el segundo piso, mi madre te dijo que ahorita bajaba, me quité la pijama, me cambie y bajé corriendo.
– Hola – te salude, – ¿Cómo estás? me respondiste, mi madre volvió a cocinar, fuimos a la cocina a ver que hacÃa, me dijiste que te encantaban los hotcakes, te invitamos a desayunar.
Todos los dÃas tocabas la puerta por la mañana, recuerdo tu chamarra roja y el beannie también rojo, fué lo primero que te regalé, a mi madre le agradabas.
Quince dÃas pasamos asÃ, platicamos todo el tiempo, concordamos en muchas cosas, ambos vivÃamos en la misma ciudad, no conocÃa tu escuela, vivÃas no muy lejos.
Me dijiste que te irÃas mañana, nos juramos vernos después, intercambiamos teléfonos, nos regalamos cosas, te empecé a querer.
– Adiós… – dijiste con voz quebrada, – Hasta luego – te respondÃ, diste media vuelta, tu familia te esperaba en la Suburban, empezaste a caminar.
Diste media vuelta, corriste hacia donde estaba, te regresé el abrazo, no entendÃa nada aun, te besé también, volviste a correr.
– Adiós… – te dije mientras te alejabas.
TenÃa 13 años cuando la entendÃ, casi todos los dÃas la escuchaba, mi madre dejándome en la escuela, mi padre saliendo a trabajar, mi hermano saliendo a la universidad, nunca le habÃa puesto importancia.
Era verano, vacaciones, no mas escuela por un par de meses, viaje al bosque, cada año hacÃamos lo mismo, aun me emocionaba en esos tiempos, recuerdo las cabañas perfectamente.
Tres dÃas habÃan pasado, más familias iban llegando, algunas otras se iban también, recuerdo como llegaste, una gran camioneta roja, una Suburban que hacÃa más ruido del necesario, bajaron 6 personas, tu, tus hermanas, tu hermano y tus padres.
HacÃa mucho frio, una alta fogata era el punto de reunión de todos, mi madre siempre me decÃa que fuera con los demás niños, nunca le hice caso, tú fuiste quien se acercó.
Jugo de manzana me ofreciste, yo te ofrecà pan, comimos en silencio, no entendÃa nada, me dijiste que tenÃas 13 años, yo también tenÃa esa edad, jugamos Monopoly, nos fuimos a dormir tarde, nos despedimos por primera vez.
Tocaste la puerta, eran las 10 de la mañana, – se encuentra Tim -, te escuché decir desde el segundo piso, mi madre te dijo que ahorita bajaba, me quité la pijama, me cambie y bajé corriendo.
– Hola – te salude, – ¿Cómo estás? me respondiste, mi madre volvió a cocinar, fuimos a la cocina a ver que hacÃa, me dijiste que te encantaban los hotcakes, te invitamos a desayunar.
Todos los dÃas tocabas la puerta por la mañana, recuerdo tu chamarra roja y el beannie también rojo, fué lo primero que te regalé, a mi madre le agradabas.
Quince dÃas pasamos asÃ, platicamos todo el tiempo, concordamos en muchas cosas, ambos vivÃamos en la misma ciudad, no conocÃa tu escuela, vivÃas no muy lejos.
Me dijiste que te irÃas mañana, nos juramos vernos después, intercambiamos teléfonos, nos regalamos cosas, te empecé a querer.
– Adiós… – dijiste con voz quebrada, – Hasta luego – te respondÃ, diste media vuelta, tu familia te esperaba en la Suburban, empezaste a caminar.
Diste media vuelta, corriste hacia donde estaba, te regresé el abrazo, no entendÃa nada aun, te besé también, volviste a correr.
– Adiós… – te dije mientras te alejabas.
Casi me haces llorar tonchi…snif…y con la musica…doble snif.
….
SNIF POR LA MUSICA…
Sarf por la suburban!!!
Se murió? O.o
Ranche is lost in translation.
Porque el niño nunca fue en la mañana a tocar a la puerta de ella?.
Como sea, hay algúna vibra muy fina en tu relato… Buena tonch.
Como se extraña esos dÃas, donde bastaba tener la misma edad para tener todo en común con alguien.
Una obra maestra. Yo si llore.
Te recomiendo que escribas este tipo de cosas en la revista Extravia
http://www.extravia.net
jajajaja, che vato, hasta parece spam tu comentario 😛
Me da gusto que te haya gustado x3
Sienes razón, no lo hubiera dicho.
wouuuu… y luego ke paso???
se termino? kontinua?
muy bueno tonchi ^^
MOAR!!!