El sótano

Al día de ayer mientras dormía tranquilamente me despertaron unos ruidos, alguien tocaba el timbre del edificio, abrí los ojos y vi que apenas iban a ser las 12 de la noche, según yo había dormido mucho más, pero no, simplemente era de esos momentos en que 20 minutos de sueño se sentían como si hubieran sido muchas horas más, unos instantes después volvió a sonar el timbre nuevamente, no se si alguno de los otros inquilinos lo escuchó, supongo que no.

Me levanté, hacía frió así que agarré una sudadera y me dispuse a ver de quien se trataba.

Llegué al recibidor y fuí hacia la puerta, la abrí y pregunté qué se le ofrecía, me dijo que estaba interesado en rentar un lugar, negocios son negocios así que sin importar la hora le mostré el lugar, vimos un departamento, le mostré el patio pero él no se veía muy convencido, unos instantes después me preguntó que si tenía sótano el edificio, le respondí que si, me pidió verlo, se me hizo extraña la petición y le dije que para qué, me preguntó que si tenía sótano el sótano libre para rentarlo, no supe que responderle, no todos los días alguien te pregunta por eso, le dije que si, pero no se si estaba desordenado, me respondió que no importaba y que también no me preocupara por la renta, que el pagaría como si fuera un departamento más.

Hice algo de memoria para pensar que pudiera haber ahi pero no se me ocurrió nada, le dije que teníamos un trato, minutos después estabamos hablando sobre los detalles del edificio y firmando el contrato, me dió el pago inicial y nos despedimos justo después de darle su llave, me di media vuelta y me fuí a dormir.

Ah si, el nuevo vecino es Mouse quien nos acompaña en lo más profundo del edificio para que pasen a saludarlo.

Lo que llevo de NaNoWriMo

Pues aquí les dejo todo lo que llevo de NANOWRIMO, los comentarios y sugerencias que dejen en este post pueden que no sean tomados en cuenta con el fín de terminar a tiempo la novela:

Capítulo I

– ¡Adam!, ¡Despiértate! – gritó mi mamá como todos los días a las seis cuarenta y cinco de la mañana, dentro de unos minutos mientras que me meto a bañar y me arreglo para ir a la escuela ella empezará a cocinar, hoy es jueves así que toca desayunar waffles, me gustan mucho los waffles.
Creo que han pasado tres o cuatro meses desde que empecé notar que no me daba sueño, primero pensé que eran los exámenes en la escuela pero dos semanas después me di cuenta que no era eso, además a quien engaño, unos exámenes parciales serían lo último que me quitaría el sueño, durante las primeras semanas era un verdadero problema eso de casi no dormir, incluso mis profesores se preocupaban por el semblante que traía, parecía mapache me decía mi maestra de dibujo, supongo que era por las ojeras.
Después de varias semanas pensé que mi cuerpo se había acostumbrado a casi no dormir, pero la verdad ahora creo que lo más probable es que simplemente ya no necesito dormir más de tres o cuatro horas, al principio me desesperaba no saber qué hacer con ese tiempo extra, pero ahora le encontrado varias cosas, algunas un tanto aburridas como hacer tareas o estudiar, pero eso es de lo que menos hago, por suerte nunca he tenido problemas con la escuela como para tener que dedicarle tiempo adicional, no seré el de las mejores calificaciones del salón, y ni me interesa serlo, pero tampoco me tengo que preocupar yo y mucho menos mi madre.
– ¡Apúrate que luego se te hace tarde! – gritó de nuevo mi mamá, creo que ya gasté mucho tiempo, será mejor que me meta a bañar.
Algunos minutos después me encontraba bajando la escalera mientras olía el aroma a waffles y mermelada de manzana, adoro la mermelada de manzana, creo que podría aderezar cualquier cosa con ello.
– ¡Buenos días Adam!
– Hola mamá
– ¿Qué tal dormiste?
– Bien, bastante bien – si supiera que en realidad dormí menos de 3 horas estaría realmente preocupada conociéndola, ya me estaría llevando al hospital para que me hicieran algún tipo de examen o algo, mejor prefiero no hacer que se mortifique, si yo me siento bien lo más probable es que si me encuentre bien.
– Que bueno, apúrate a desayunar que luego te deja el camión, yo hoy saldré a visitar a tu tía Sophie como te había dicho, lo más probable es que regrese hasta en la noche así que te tendrás que preparar algo de comer.
– No te preocupes mamá, igual y me compro algo de pasada – le dije sabiendo que no le gustaría la idea, mi mamá está en contra de comprar comida rápida, desde que vio en no sé qué noticiero que cada vez hay más obesos en el mundo no se le ha salido la idea de la cabeza de que no debo comprar comida en McDonalds.
– Nada de eso, ya sabes que no me gusta que compres comida rápida, mejor prepárate algo más saludable aquí.
No pude evitar soltar la carcajada – Si mamá, no te preocupes, era broma – me seguí riendo mientras que mi mamá entrecerraba los ojos como siempre lo hace cuando se molesta, en realidad solo lo hice para ver ese gesto que hace, me da mucha risa su expresión.
Terminé de desayunar, lavé los platos y me dispuse a esperar el camión, un minuto después de que me senté en la sala y prendí la televisión fue que escuché el claxon, me despedí de mi mamá con un beso en la frente como siempre lo hago y salí de la casa, caminé por el jardín del frente hacia el vehículo y saludé a la señora Sally, nuestra vecina, es una señora de unos 50 años, aunque no estoy seguro, todas las mañanas la saludo mientras ella arregla lo que yo llamo “El Rincón de Sally”, un espacio de unos 4 o 5 metros cuadrados donde ha dispuesto su pequeño jardín de flores, varias veces me ha contado sobre todas las plantas que tiene, hay cosas para las que cada persona no está hecha, algunos nomás no pueden con las matemáticas, algunos no están hechos para socializar, yo no estoy hecho para recordar el nombre de las plantas que Sally con tanto ahínco arregla.
Di unos pasos más y llegué a la puerta del camión de la escuela, como siempre lo manejaba el señor Gutiérrez, un señor de yo creo que por lo menos 125 años, o al menos eso decimos todos, es un anciano en todo el sentido de la palabra, no lo digo en sentido despectivo, sino que me refiero que es alguien del que puedes ver totalmente el paso de los años en su rostro, como que si cada arruga y cada línea fuera la evidencia de su pasar por la tierra.
Cuentan que el señor Gutiérrez empezó su trabajo como conductor del camión el día que se inauguró la escuela hace como 60 años, y también cuentan que en todo este tiempo nunca ha tenido un accidente, no se si alguna de las dos cosas sean ciertas pero para mí lo único que me sorprende es cómo es que a su edad siga manejando un camión de pasajeros, pero creo que tiene que ver con que aun cuando puede verse tan viejo tiene los reflejos y la condición física de una persona dentro de sus veintes, cosa que contrasta totalmente con su apariencia.
– Buenos días Adam – me dijo mientras subía al camión, pocas veces me dirige la palabra, en realidad pocas veces le dirige la palabra a cualquiera de los pasajeros.
– Buenos días señor Gutiérrez – le respondí un tanto sorprendido.
– ¿Qué tal dormiste? – me respondió con una extraña sonrisa en el rostro, ¿por qué me habría de preguntar el eso tan repentinamente?
– Bien – le dije con un tono seco y rápidamente me fui a sentar en el primer asiento disponible que vi.
Continue reading “Lo que llevo de NaNoWriMo”

Hoy en Monofighters…

Hace un par de semanas el buen Celph me hizo la invitación de participar en una campaña de rol en blog que él está llevando, en lo particular se me hace más como una historia colectiva por el formato que se sigue para publicar.

El día viernes apareció por primera vez mi personaje, Dave Deacon un ladrón que tiene un poder muy especial sobre el espacio que le rodea y apenas ayer domingo fue que publiqué mi primer entrada en la historia la cual les reproduzco aquí, si desean seguir viendo que sucede los invito a que se den una vuelta a “Monofighters”.

“(Orbitek) – Dave – Nervios antes de la función”

Dave sabía que faltaban pocas horas para que le avisarían que la hora había llegado, como nunca esta vez se encontraba algo nervioso, si bien llevaba viviendo ya varios años en la profesión nunca le habían solicitado que se hiciera cargo de una persona, y mucho menos de un niño.

Revisó todo por última vez, los colchones se encontraban en su lugar, la identificación la traía consigo, rectificó que el celular tuviera señal, sacó los planos del edificio de Orbitek que había estado realizando en los últimos días que había trabajado como conserje y les dio una última mirada, sabía que hoy era el día en que todo lo planeado se pondría a prueba, los nervios le hacían algo de efecto puesto que sabía que era muy poco tiempo para planear todo.

Se puso el traje de conserje, el parche en el ojo izquierdo (1) y el bigote postizo, volvió a repasar mentalmente el plan, aun no entendía porque es que tendría que ir por el niño, no entendía que tendría de especial y porque es que su jefe mantenía tantos secretos hacia él.

Se disponía a salir cuando notó que estaba olvidando algo, pensó que los nervios le estaban pesando, respiró profundamente y se dijo: – ¡ni que no pudieras! – regresó y agarró el cinturón de herramientas, dio media vuelta y se encaminó a la ventana del departamento…

En el edificio de Orbitek se aseguró de cumplir con lo más importante para llevar a cabo el plan: abrir la puerta a la azotea y dejar abierta una ventana en cada piso. Habiendo terminado eso salió a la calle a ver el edificio, fue entonces que sonó el teléfono: “10 Minutos para la función…” fue lo que leyó, corrió al callejón y una nube de humo dorado apareció enfrente de él, instantes después se encontraba en la azotea, cerró los ojos y empezó a bajar por las escaleras, el plano del edificio poco a poco se empezó a materializar dentro y fuera de su cabeza.

——

(1).- Parche médico, no parche de pirata ni nada por el estilo

Cuento en 250 palabras

Tenía los ojos cerrados cuando sonó el despertador, por lo general me despierto antes, pero hoy no, me fue imposible hacerlo, pasada una hora (según yo) volví a abrir los ojos. Me rodé sobre mi espalda para ver por la ventana y darme una idea de que hora pudiera ser, pensé que eran como las 10 de la mañana por lo claro del día pero estaba equivocado, tomé el celular y leí 14:28, pensé en ir a desayunar pero comer me sonó más idóneo considerando la hora, prendí la radio al tiempo que me levantaba de la cama, Virtual Insanity sonaba por las bocinas.

Bajé los tres pisos para llegar a la cocina, técnicamente no son tres pisos sino que la casa se encuentra en desnivel, decir que tienes que bajar tres pisos para llegar a la cocina ayuda a hacerles creer a las personas que la casa es más grande de lo que realmente es, síndrome Libertad le digo yo, es como en ese cartón en el que Mafalda conoce el departamento donde vive Libertad con su mamá, en el que una grita y la otra responde susurrando para pretender que están muy lejos una de la otra.

Mi situación tiene grandes ventajas, como poder estar en una casa de “tres pisos”, pero también tiene sus desventajas, la más grande, el momento en el que llegan los dueños de la casa y encuentran un extraño en ella, mejor me pondré los ténis por si es que tengo que correr.

Cuento similar #1

Pensé en contar la historia de un hombre, una persona que pasa las tardes esperando ver el día en que la vea llegar, la conoció, bueno no, no la conoció, la vio hace un poco mas de 8 meses.

Era una tarde lluviosa, se encontraba caminando por el boulevard intentando resguardecerse a cada paso bajo las ramas de los arboles en la banqueta, un par de cuadras le fueron suficientes para darse cuenta que no habría modo de poder escapar a la lluvia a menos que buscara un techo, miró a su alrededor, una tienda de paletas se encontraba abierta en la acera contraria, unos niños comían helados mientras que observaban atentamente las gotas de agua caer por el filo del toldo que cubría la entrada.

Volteo a su derecha y vio una amplia puerta de madera abierta de par en par, buscó algo que le indicara que era dicho lugar y encontró un letrero en la parte superior de la misma, letras doradas labradas en un marco de madera: “Restaurant La Fuente”.

Entró meramente por el instinto de evitar seguirse mojando, se secó los zapatos en un tapete y siguió su camino al interior del lugar, notó que a pocos pasos de la entrada se encontraba una fuente de roca, “de ahí viene el nombre” pensó al tiempo que escuchaba “La Chica de Ipanema” siendo interpretada por alguien en algún lugar de restaurante que él no lograba ver.

Siguió avanzando un par de metros detrás del mesero quien le guiaba a hasta una mesa disponible. Se sentó cerca de una esquina del lugar y ordenó un café americano, sacó su agenda del saco y vio que pendientes tenía para el día siguiente, una junta era lo único apuntado.

Se encontraba guardando la agenda cuando la vio, se encontraba secándose las suelas de los zapatos al tiempo que cerraba el paraguas, la observó pasar por la fuente y seguir avanzando por el restaurant hasta llegar a la mese que le asignaron.

La continuó observado hasta que se retiró, y aun después de eso podía aun ver la imagen de ella leyendo en aquella mesa. Recuerda el tono cobrizo que tomaba su piel fruto de las ventanas del lugar y aun hoy en día, cada que llueve la recuerda a ella, recuerda el “Restaurant La Fuente” y va tomarse un café esperando volverla a ver.